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¿Y si el origen de muchos síntomas estuviera en el intestino?

El rol del microbioma en la práctica clínica

La consulta inició como muchas otras...

Una paciente joven, con fatiga persistente, inflamación abdominal, episodios de ansiedad y cambios en el sueño. Ya había pasado por varios especialistas. Le habían pedido exámenes, recetado suplementos, probado con cambios en la dieta. Nada parecía explicar del todo lo que le ocurría. Hasta que una pregunta cambió el curso de la historia clínica:


¿Cómo está tu salud digestiva? ¿Cómo van tus deposiciones? ¿Te han hecho alguna vez un análisis de microbiota intestinal?


El intestino como pieza olvidada en el rompecabezas clínico

Durante años, los síntomas "inespecíficos" como el cansancio, la niebla mental, el intestino irritable o incluso ciertas alteraciones en el estado de ánimo fueron tratados como entidades aisladas o relegadas al terreno de lo funcional. Sin embargo, el auge del estudio del microbioma humano ha abierto un nuevo campo de comprensión: la conexión entre la salud intestinal y múltiples sistemas del organismo.


Hoy sabemos que el intestino no es sólo un órgano de absorción de nutrientes. Es un centro de interacción neuroinmunometabólica con capacidad para modular la inflamación, influir en el sistema nervioso central e impactar la salud metabólica, inmunológica y mental (Cryan et al., 2020).


El intestino como órgano inmunológico, neuroquímico y metabólico


El 70% del sistema inmune reside en el intestino. Allí, el epitelio intestinal interactúa con millones de microorganismos que modulan la maduración de células inmunes, la producción de citoquinas y la tolerancia frente a antígenos.


Además, el intestino alberga a la mayor población de neuronas fuera del cerebro: el sistema nervioso entérico. Esta red de neuronas se comunica de forma bidireccional con el sistema nervioso central a través del eje intestino-cerebro, mediado por neurotransmisores, ácidos grasos de cadena corta (AGCC) y señales inmunitarias (Foster et al., 2022).


Y en el plano metabólico, las bacterias intestinales participan en la fermentación de fibras, la síntesis de vitaminas, el metabolismo de fármacos y la regulación de la glucosa y los lípidos.



Múltiples síntomas, una posible raíz: disbiosis intestinal


La disbiosis, entendida como una alteración en la composición o funciones del ecosistema microbiano intestinal, se ha asociado con condiciones como:


Trastornos funcionales digestivos (SII, dispepsia):

Presencia alterada de Prevotella, Blautia, Bacteroides, entre otros.

Enfermedades metabólicas (resistencia a la insulina, obesidad, diabetes tipo 2):

Disminución de géneros como Akkermansia y Faecalibacterium (Dao et al., 2023).

Trastornos de salud mental (depresión, ansiedad, TDAH):

Correlaciones con niveles bajos de Bifidobacterium, Coprococcus y Dialister (Valles-Colomer et al., 2022).

Enfermedades autoinmunes (artritis, lupus, esclerosis múltiple):

Alteraciones en la diversidad y funcionalidad microbiana.

Problemas dermatológicos, desde acné hasta psoriasis.


Cada vez más evidencia sugiere que en muchas de estas condiciones, el intestino no es un espectador pasivo, sino un actor que puede perpetuar, amplificar o incluso iniciar procesos patológicos.


Caso clínico


Volvamos a nuestra paciente del inicio. Tras conversar sobre sus hábitos, realizamos un análisis de microbiota intestinal. El perfil reveló una baja diversidad, pérdida de Faecalibacterium prausnitzii y predominancia de ciertos grupos proinflamatorios.


Con estos hallazgos, rediseñamos el abordaje: dieta con prebióticos, introducción de fibras solubles, modulación con simbióticos y seguimiento de síntomas. En tres meses, la paciente no sólo mejoró su función digestiva: también reportó mayor energía, mejoró su concentración y disminuyeron los episodios de ansiedad.


Este caso no es aislado. Ilustra un cambio de paradigma: dejar de tratar órganos como unidades separadas y comenzar a mirar al organismo como un ecosistema interconectado, donde el intestino tiene un rol central.


Un cambio en la práctica clínica: integrar el microbioma en la evaluación del paciente


El análisis de microbiota aún no es una herramienta diagnóstica de primera línea en todas las especialidades, pero está ganando terreno rápidamente como marcador de salud digestiva, inmunológica y sistémica. ¿Cómo puede un profesional integrarlo de forma efectiva?


1. Observar los patrones comunes de disbiosis


Cansancio persistente, constipación crónica, hinchazón postprandial, cambios emocionales cíclicos, hipersensibilidades alimentarias, cutáneas o respiratorias sin causa aparente... Son pistas de alerta que invitan a mirar el ecosistema intestinal.


2. Preguntar con intención


¿Cómo son tus deposiciones? ¿Cómo ha cambiado tu digestión en el último año? ¿Tomaste antibióticos recientemente? Estas preguntas pueden ayudar a establecer una línea de tiempo sobre posibles disrupciones en la microbiota.


3. Considerar análisis funcionales de microbiota


Las nuevas plataformas permiten evaluar qué microorganismos están presentes, y también qué funciones pueden estar predominantemente relacionadas con las condiciones de salud presentadas.


4. Intervenir con estrategias nutricionales y microbianas


No siempre se trata de dar probióticos genéricos. La evidencia actual apunta a la eficacia de intervenciones personalizadas: dieta rica en fibras fermentables, alimentos funcionales, simbióticos, ayuno intermitente, técnicas de manejo de estrés, entre otras (Zmora et al., 2018).


La evidencia se consolida: estudios clave recientes


  1. Cryan et al. (2020): revisión sobre el eje intestino-cerebro y su relación con neurodesarrollo, salud mental y conducta.
  2. Valles-Colomer et al. (2022): metaanálisis de microbiota en depresión, destacando la pérdida de Coprococcus y su asociación con menor calidad de vida.
  3. Dao et al. (2023): estudio longitudinal en pacientes con obesidad que muestra la mejora del perfil metabólico con aumento de Akkermansia tras intervenciones dietarias.
  4. Wen NN et al. (2024): evidencia que vincula diversidad microbiana con menor riesgo de multimorbilidad en adultos mayores.


¿Qué podemos concluir con este artículo?: comencemos a mirar donde no siempre miramos


El intestino es mucho más que el lugar donde se digieren los alimentos. Es una interfaz entre el mundo exterior y el organismo. Ignorar su rol en la salud es dejar fuera del diagnóstico una pieza clave.


En un momento histórico donde la medicina busca ser más personalizada, integrativa y preventiva, el microbioma ofrece una puerta para comprender mejor a nuestros pacientes. Y quizás, como en el caso con el que iniciamos, encontrar pistas donde antes solo había frustración.


Referencias



  • Foster JA, Rinaman L, Cryan JF. (2022). Stress & the gut-brain axis: Regulation by the microbiome. Neurobiology of Stress, 17:100408. 10.1016/j.ynstr.2017.03.001


  • Gao, J., Xu, K., Liu, H., et al. (2023). Gut microbiota diversity and composition are associated with frailty and overall health in older adults. Nature Communications, 14, 1523. https://doi.org/10.1038/s41467-023-37058-2


  • Dao MC, Everard A, Aron-Wisnewsky J, et al. (2023). Akkermansia muciniphila and improved metabolic health during a dietary intervention in obesity: relationship with gut microbiome richness and ecology. Gut, 72(3):500–511. 10.1136/gutjnl-2014-308778


  • Valles-Colomer M, Falony G, Darzi Y, et al. (2019). The neuroactive potential of the human gut microbiota in quality of life and depression. Nature Microbiology, 7(3):480–494. https://doi.org/10.1038/s41564-018-0337-x



  • Wen NN, Sun LW, Geng Q, Zheng GH (2024). Gut microbiota changes associated with frailty in older adults: A systematic review of observational studies. World J Clin Cases. 2024 Dec 16;12(35):6815-6825. doi: 10.12998/wjcc.v12.i35.6815 


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