La diarrea es un síntoma frecuente en la población pediátrica, a menudo considerado un malestar pasajero. Sin embargo, en muchos niños —especialmente en aquellos inmunodeprimidos o con antecedentes de infecciones recurrentes— este cuadro puede volverse persistente, afectando su crecimiento, energía y bienestar emocional (DuPont, 2016).
En estos casos, la diarrea no es solo un síntoma, sino una señal de un desequilibrio más profundo: una disbiosis intestinal. Este término describe la alteración en la composición y diversidad de los microorganismos que habitan el intestino, generando un estado inflamatorio crónico que puede alterar la absorción de nutrientes, debilitar la inmunidad e impactar la calidad de vida del niño y de su entorno familiar (The & Le, 2022).
La restauración de esta condición no depende únicamente de medicamentos, sino del entendimiento, conocimiento y modulación de la microbiota intestinal: ese universo microscópico que influye en la digestión, la inmunidad y hasta el estado de ánimo (The & Le, 2022).
Es frecuente que, en edades tempranas, se recurra al uso repetido de antibióticos o antimicóticos para tratar infecciones respiratorias, urinarias o cutáneas. No obstante, este uso indiscriminado puede alterar la flora bacteriana normal, dejando al intestino sin sus defensores naturales y facilitando la aparición de disbiosis (DuPont, 2016), (Paganini, Uyoga, & Zimmermann, 2016).
Y fue precisamente esto lo que ocurrió con Valeria.
La historia de Valeria
Valeria tiene 8 años y una sonrisa contagiosa. O, al menos, la tenía.
Todo comenzó con lo que parecía una simple diarrea estacional, acompañada de dolor abdominal leve. Pero los episodios se repitieron, se hicieron diarios, y con ellos llegaron la fatiga, la inapetencia y una pérdida de peso de más de 2 kilos.
Su madre relataba que Valeria ya no quería salir a jugar, ni ir al colegio, ni comer sus comidas favoritas. En cada control médico, los exámenes básicos —coprológico, hemograma, pruebas de absorción— salían dentro de los rangos normales. Aun así, la diarrea persistía.
En la revisión de su historia clínica, un detalle llamó la atención: había recibido múltiples ciclos de antibióticos durante el último año por resfriados y amigdalitis. Era una niña con un intestino agotado.
El intestino, un ecosistema olvidado
El intestino es mucho más que un órgano digestivo. Es un ecosistema complejo y dinámico donde viven miles de millones de microorganismos que participan en procesos clave: absorción de nutrientes, regulación inmunológica y producción de compuestos antiinflamatorios como el butirato (George et al., 2022).
Cuando este equilibrio se rompe —como ocurre tras el uso repetido de antibióticos— se produce una disbiosis intestinal: disminuyen las bacterias beneficiosas (Bifidobacterium, Lactobacillus) y proliferan especies oportunistas (Clostridium, Escherichia coli), generando inflamación, diarrea y malestar sistémico (George et al., 2022).
Para confirmar esta hipótesis, su médico tratante decide realizar un test de microbiota intestinal, un estudio que analiza la diversidad bacteriana y su equilibrio funcional.
Lo que el test reveló
El análisis fue concluyente y sorprendente
La microbiota de Valeria mostraba:
- Reducción marcada de Bifidobacterium y Lactobacillus spp.
- Sobrecrecimiento de bacterias oportunistas como E. coli y Clostridium spp.
- Índice de diversidad microbiana bajo (Shannon Index reducido).
- Disminución de metabolitos beneficiosos como el butirato, asociado a inflamación intestinal.
En términos clínicos, su intestino estaba desbalanceado, inflamado y vulnerable.
Había una clara disbiosis postantibiótica, responsable de su diarrea crónica y fatiga generalizada.
Rediseñando su salud desde el plato
Con el diagnóstico en mano, el tratamiento dejó de centrarse en detener la diarrea y pasó a restaurar el ecosistema intestinal.
El plan fue integral:
- Dieta rica en prebióticos naturales: incorporación de alimentos que nutren las bacterias beneficiosas (banano, avena, yogur natural, legumbres).
- Probióticos específicos: administración de cepas como Lactobacillus rhamnosus GG, Bifidobacterium longum y Saccharomyces boulardii, seleccionadas según su capacidad de recolonizar y modular la microbiota.
- Educación familiar: reducir el uso innecesario de antibióticos, mejorar la hidratación, fomentar el descanso y la exposición solar, y promover hábitos de alimentación consciente.
Tres meses después
- El cambio fue notable.
- En dos semanas, la diarrea desapareció.
- Al mes, Valeria comenzó a recuperar peso y energía.
- A los tres meses, volvió a correr en el recreo, a bailar y a reír como antes.
- Un nuevo análisis de microbiota mostró aumento en la diversidad bacteriana y restauración del equilibrio intestinal, con niveles normales de butirato y una reducción significativa de las bacterias oportunistas.
- Más allá de los números, el resultado fue visible en su rostro: Valeria volvió a ser ella misma.
Reflexión final
El caso de Valeria es un recordatorio de que la salud intestinal es un pilar fundamental del bienestar infantil.
La diarrea crónica no siempre se resuelve con más medicamentos; a veces requiere escuchar al intestino, entender su microbioma y permitirle sanar desde adentro.
El test de microbiota intestinal se consolida, así como una herramienta poderosa en gastroenterología pediátrica, capaz de guiar tratamientos personalizados, evitar recaídas y mejorar la calidad de vida de los niños.
Porque cuidar la microbiota es restaurar el equilibrio más esencial del cuerpo humano.
Referencias
- DuPont, H. L. (2016). Persistent diarrhea: a clinical review.Jama,315(24), 2712-2723.
- The, H. C., & Le, S. N. H. (2022). Dynamic of the human gut microbiome under infectious diarrhea.Current Opinion in Microbiology, 66, 79-85.
- Paganini, D., Uyoga, M. A., & Zimmermann, M. B. (2016). Iron fortification of foods for infants and children in low-income countries: effects on the gut microbiome, gut inflammation, and diarrhea.Nutrients,8(8), 494.
- George, S., Aguilera, X., Gallardo, P., Farfán, M., Lucero, Y., Torres, J. P., ... & O’Ryan, M. (2022). Bacterial gut microbiota and infections during early childhood. Frontiers in microbiology,12, 793050.