Introducción: del dato al diagnóstico funcional
La obesidad no es solo una cuestión de balance energético. En la última década, múltiples estudios han demostrado que el microbioma intestinal (la comunidad de bacterias, arqueas, hongos y virus que habitan el intestino) influye profundamente en el metabolismo energético, la respuesta inflamatoria y la eficiencia en la extracción de calorías. Cambios en su composición o funciones pueden favorecer estados proinflamatorios, resistencia a la insulina, aumento de la adiposidad y menor respuesta a las intervenciones dietarias. Por ello, herramientas como Biomatest® ofrecen un enfoque clínico de precisión al evaluar parámetros cuantitativos del ecosistema intestinal.
Entre sus métricas principales se incluyen el índice global del microbioma, los niveles bacterianos, las funciones metabólicas, la diversidad, la riqueza y uniformidad de especies y el ratio Firmicutes/Bacteroidetes (F/B). Comprender e interpretar estos indicadores permite traducir los datos en decisiones nutricionales que optimizan la salud metabólica. A continuación, se describe la interpretación detallada de cada parámetro utilizando un informe ejemplo Biomatest®, aplicado a un contexto de obesidad.
Índice global del microbioma intestinal: radiografía general del ecosistema
Figura 1. Índice global del microbioma intestinal (informe ejemplo Biomatest®).
El índice global representa una medida integradora del estado general del microbioma intestinal, considerando tanto la composición bacteriana, como su diversidad y funcionalidad metabólica.
En este caso, el valor es de 48%, clasificado como normal bajo. Este rango sugiere que el ecosistema conserva parte de su equilibrio, pero presenta áreas de vulnerabilidad que podrían comprometer la eficiencia metabólica y la estabilidad ecológica a largo plazo. Desde la perspectiva clínica, un índice inferior al 50% puede reflejar disminución de bacterias beneficiosas (como Faecalibacterium prausnitzii o Akkermansia muciniphila), pérdida de uniformidad entre especies o una menor capacidad de producción de metabolitos protectores como el butirato.
Estos hallazgos se correlacionan con mayor permeabilidad intestinal, inflamación de bajo grado y dificultad para regular la glucemia. Acción terapéutica: una dieta alta en fibras fermentables (inulina, fructooligosacáridos, almidón resistente), acompañada de polifenoles antioxidantes (cacao puro, uvas, té verde) y fermentados vivos puede incrementar la puntuación global, restaurando el equilibrio funcional.
Niveles bacterianos: estado funcional de la comunidad
Figura 2. Niveles bacterianos en cada rango (informe ejemplo Biomatest®).
Este parámetro muestra la distribución porcentual de las bacterias según su estado: óptimo, normal, alerta o distinto del normal. En el informe ejemplo, el 53% de las bacterias se encuentran en rango normal, el 18% en óptimo, y el 15% en alerta, con otro 15% fuera del rango de referencia. Esto significa que la mayoría de los grupos microbianos mantienen un comportamiento fisiológico, pero existe una fracción significativa con desequilibrio ecológico, posiblemente asociada a hábitos dietarios monótonos, baja ingesta de fibra o estrés oxidativo intestinal.
La presencia de bacterias “en alerta” puede implicar predominio de géneros proinflamatorios (Enterobacteriaceae, Clostridium sensu stricto), o descenso de especies reguladoras (Bifidobacterium, Lactobacillus). Si no se interviene, estas alteraciones pueden contribuir a metabolismo energético ineficiente y dificultad para perder peso.
Funciones bacterianas: capacidad metabólica del ecosistema
Figura 3. Porcentaje de funciones bacterianas por rango (informe ejemplo Biomatest®).
El parámetro de funciones bacterianas evalúa la actividad metabólica del ecosistema: fermentación de fibras, síntesis de vitaminas, producción de AGCC, detoxificación y regulación inmunológica. El ejemplo muestra un 81% en rango normal, 12% en alerta y 8% en óptimo.
Esto indica una capacidad funcional conservada, pero con algunas rutas subóptimas, posiblemente relacionadas con la producción de butirato, biosíntesis de folatos o metabolismo de mucinas. La reducción de funciones clave puede alterar el ambiente intestinal, elevando el pH y disminuyendo la resistencia frente a patógenos. Fortalecer estas rutas es esencial para garantizar la producción constante de metabolitos antiinflamatorios y mejorar la homeostasis intestinal.
Consumir almidones resistentes (plátano verde, papa enfriada), avena cocida y refrigerada, legumbres y semillas de chía o linaza, además de fuentes de polifenoles que estimulan vías antioxidantes bacterianas puede aumentar las funciones óptimas.
Diversidad bacteriana: estabilidad y capacidad adaptativa
Figura 4. Índice de diversidad microbiana (informe ejemplo Biomatest®).
La diversidad refleja la cantidad y proporción de diferentes especies presentes. Con un valor de 69%, este ecosistema exhibe una diversidad alta, lo cual es un marcador positivo. Una microbiota diversa es más estable, resiliente y eficiente en el uso de los nutrientes, además de mostrar mayor resistencia a perturbaciones externas (como antibióticos, cambios dietarios o estrés). En obesidad, este indicador es fundamental, ya que la pérdida de diversidad se asocia con menor sensibilidad a la insulina, mayor inflamación y peor respuesta a dietas hipocalóricas (Magne et al., 2020).
Este resultado indica que existe una base ecológica sólida, ideal para responder favorablemente a una intervención nutricional bien diseñada. Se sugiere siempre mantener la diversidad con dieta colorida, rica en vegetales, frutas enteras, legumbres, cereales integrales y especias naturales.
Riqueza y uniformidad: amplitud y balance ecológico
Figura 6. Uniformidad y riqueza bacteriana (informe ejemplo Biomatest®).
La riqueza (75%) representa el número total de especies detectadas. Una alta riqueza es sinónimo de ecosistema versátil, con múltiples rutas metabólicas activas y mayor resiliencia ante cambios dietarios o ambientales. Este valor elevado es un factor protector frente a la obesidad y la inflamación crónica.
La uniformidad (57%), en cambio, mide qué tan equilibrada es la participación de las especies. Aunque la riqueza es buena, esta uniformidad moderada indica predominio de ciertos grupos sobre otros, lo que puede generar inestabilidad ecológica.
En obesidad, la baja uniformidad suele reflejar exceso de Firmicutes o reducción de bacterias que se alimentan de fibra.
Ratio Firmicutes/Bacteroidetes: eficiencia energética y control metabólico
Figura 7. Ratio Firmicutes/Bacteroidetes (informe ejemplo Biomatest®).
El ratio F/B es un marcador metabólico ampliamente estudiado. Un valor mayor a 2 suele asociarse con mayor eficiencia energética (más calorías absorbidas por gramo de alimento) y mayor riesgo de obesidad.
En este ejemplo, el ratio es 0.69, lo cual indica un predominio de Bacteroidetes, grupo especializado en degradar polisacáridos complejos y producir propionato, un metabolito que reduce la lipogénesis y mejora la homeostasis glucémica. Este valor es considerado óptimo, pues favorece el metabolismo de la fibra sobre el de los azúcares simples.
Los índices que ofrece Biomatest® no deben analizarse de manera aislada. Cada uno refleja una dimensión distinta del ecosistema intestinal, y solo al interpretarlos de forma conjunta es posible comprender su complejidad biológica y su impacto clínico.
La interacción entre composición, funciones y equilibrio ecológico determina la eficiencia metabólica, la estabilidad inmunológica y la respuesta a las intervenciones dietarias.
Conclusiones
El índice global del microbioma sintetiza el comportamiento de todas las métricas: cuando este valor se ubica en rangos intermedios o bajos, sugiere que alguno de los componentes estructurales o funcionales presenta alteraciones. Por ello, es fundamental examinar de manera complementaria los otros indicadores para identificar qué dimensiones específicas requieren ajuste.
La diversidad y la riqueza reflejan la amplitud ecológica del ecosistema, es decir, cuántas especies lo conforman y qué tan variado es su repertorio. Una alta diversidad y riqueza indican capacidad adaptativa y mayor número de funciones metabólicas activas, asociadas a producción de ácidos grasos de cadena corta, modulación inmunitaria y resiliencia frente a cambios dietarios o estrés. No obstante, estos valores por sí solos no garantizan estabilidad: un ecosistema puede ser diverso pero dominado por pocos grupos (Cassol et al., 2025; Chang et al., 2024; Magne et al., 2020).
Ahí cobra relevancia la uniformidad, que expresa el grado de equilibrio entre especies. Una uniformidad adecuada asegura que las funciones metabólicas estén distribuidas de manera homogénea, evitando que un solo grupo bacteriano imponga un perfil proinflamatorio o extractivo de energía. En contextos de obesidad, una alta diversidad con baja uniformidad puede indicar un ecosistema amplio pero funcionalmente sesgado, con exceso de grupos eficientes en la extracción calórica.
Por su parte, los niveles bacterianos y las funciones metabólicas aportan una visión dinámica: revelan qué tan activas están las rutas clave del microbioma como fermentación de fibra, producción de AGCC, metabolismo de vitaminas, detoxificación. Valores normales sugieren un sistema funcionalmente competente, mientras que alertas puntuales pueden señalar reducción de bacterias clave o disminución en metabolitos protectores, lo que impacta la regulación inflamatoria y energética.
Finalmente, el ratio Firmicutes/Bacteroidetes (F/B) actúa como un indicador metabólico que traduce la orientación funcional del ecosistema:
- Ratios altos (>2) se asocian con mayor eficiencia en la absorción calórica y predisposición al aumento de peso.
- Ratios bajos (<1) reflejan predominio de Bacteroidetes, orientados a metabolizar fibra y generar propionato, que regula la gluconeogénesis y reduce la lipogénesis hepática.
Así, el análisis conjunto de estos índices permite distinguir si la microbiota es diversa y funcional, pero desequilibrada (baja uniformidad); si es homogénea pero poco amplia (baja diversidad); o si es metabólicamente activa pero ecológicamente vulnerable (bajo índice global).
Comprender esta sinergia posibilita diseñar intervenciones personalizadas, orientadas no solo a modificar la composición bacteriana, sino también a restaurar la función y la estabilidad ecológica, objetivos fundamentales para mejorar la eficiencia energética, reducir la inflamación sistémica y favorecer la pérdida de peso sostenida en pacientes con obesidad.
Referencias
- Cassol, I., Ibañez, M., & Bustamante, J. P. (2025). Key features and guidelines for the application of microbial alpha diversity metrics. Scientific Reports, 15(1), 1–13. https://doi.org/10.1038/S41598024-77864-Y;SUBJMETA
- Chang, D., Gupta, V. K., Hur, B., Cobo-López, S., Cunningham, K. Y., Han, N. S., Lee, I., Kronzer, V. L., Teigen, L. M., Karnatovskaia, L. V., Longbrake, E. E., Davis, J. M., Nelson, H., & Sung, J. (2024). Gut Microbiome Wellness Index 2 enhances health status prediction from gut microbiome taxonomic profiles. Nature Communications , 15(1), 1–14. https://doi.org/10.1038/S41467-02451651-9;TECHMETA
- Magne, F., Gotteland, M., Gauthier, L., Zazueta, A., Pesoa, S., Navarrete, P., & Balamurugan, R. (2020). The Firmicutes/Bacteroidetes Ratio: A Relevant Marker of Gut Dysbiosis in Obese Patients? Nutrients, 12(5), 1474. https://doi.org/10.3390/NU12051474